Inventario que demuestra que ETA miente

La confesión de un fracaso y por escrito. ETA, dentro de la parafernalia que ha montado para simular un «desarme total», que no lo es, ha «sistematizado» lo que entregaba en ocho listas, correspondiente cada una de ellas a los zulos que fueron levantados el sábado.

Según esa relación, la banda entregó un total de 104 armas cortas; 14 armas largas;10.000 cartuchos de munición; 550 temporizadores; 3.000 kilos de precursores para fabricar explosivos; 700 metros de cordón detonante y 300 detonadores. La banda pretende hacer creer que todo este material constituye el total de su arsenal, pero es mentira y ellos lo saben. 

Las Fuerzas de Seguridad, por lo tanto, según han informado fuentes antiterroristas, tienen que continuar con sus investigaciones pues son muchas las armas, entre ellos tres misiles, de las que ETA no ha dicho nada. La disculpa de que no tiene controlados estos artilugios no es válida, porque no estarán bajo la supervisión de la actual cúpula de la banda, en especial su «aparato político» que trabaja desde España, pero pueden estar a disposición de otros terroristas que, llegado el momento, estarían en situación de hacer uso de ellos. 

Uno de los datos más llamativos sobre la mentira que se esconde tras el supuesto «desarme total» se refiere a las armas que fueron robadas en la empresa Sidam de Vauvert en plena tregua de ETA. Faltaban por recuperar 160 y, según sus listados oficiales, han entregado 62.

¿Dónde están las otras 98? Los etarras han pretendido presentar todo esto, con tanto verificador y «conflictólogo» por medio (que su buen dinero han cobrado), como si se trataran de una empresa, o una ONG bien organizada. En el asunto de las armas, tiene que haber unos albaranes (aunque sean procedentes de robos) de entrada y otros de salida, y en todo esto se demuestra un gran descontrol hasta el punto de que el famoso revolucionario mexicano les podía haber dado lecciones de cómo organizar una cuadrilla armada.

Llenar folios y folios, con claves alfa numéricas, cifras y sellos, no significa nada, si lo que está detrás es una organización sin control.

Es éste un aspecto sobre el que llaman la atención los citados expertos. ¿Si no pueden garantizar el control sobre el total de las armas y explosivos, cómo lo pueden hacer sobre los militantes? La respuesta está clara y ahí están los movimientos disidentes, con nombre propio, que cada día cobran más fuerza. 

A la postre, los que quieren escenificar desarmes, buenas voluntades y hasta espíritu democrático, son los que están ya instalados en la «moketa», muchos de ellos cobrando sueldos provenientes de los presupuestos. Para seguir en ello, necesitan presentar a una ETA desarmada y casi disuelta. Otra cosa es la realidad, agregan.

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